martes, 30 de marzo de 2010

Mientras la mente florece...

Mi maldita mente no logra crear la continuación del juego que hemos comenzado mi musa y yo. Mientras tanto, aquí les dejo un pequeño, pequeñísimo y muy bizarro relato.


Allanamiento de Morada



En cierta ocasión, tras llegar a mi hogar, agobiado por el trajín de mi desgastante rutina, me dirigí hacia mi habitación, con la firme y única intención de caer renido entre los brazos de mi mullido lecho. Sin embargo, mi plan se vió abruptamente interrumpido en el momento en que un intruso, un vil allanador se cruzó en mi senda

Al principio desconcertado por su presencia, mi sorpresa tornó en cólera al darme cuenta de que el intruso no solo no parecía culpable ni amedrentado, sino que se creía dueño total de mis propios dominios.

Mirándome con un aire de seguridad total, no parecía inmutarse ante mis advertencias, por el contrario, el infame despojador se burlaba de mis acciones, al imitar todas mis palabras y gestos.

Así mismo, no mostraba ningún temor ante mis intentos por ahuyentarlo, ya que, al acercarme a el con una actitud francamente hostil, el respondía acercándose a mi con la misma cólera, retandome a cumplir mis violentas amenazas.

Finalmente, desquiciado por el total cinismo de mi rival, me sentí invadido por una furia irrefrenable y, haciendo uso de toda mi fuerza, ataqué brutalmente al altanero ofensor hasta que el cansancio me hizo detenerme.

Lentamente , recobré el aliento y, tras recoger los últimos trozos del espejo destrozado, recuperé la calma y me dirigí plácidamente a mi habitación.

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