sábado, 19 de junio de 2010

"En el amor la más bella conquista es la que más cuesta, y la más difícil de conservar, la que nada ha costado.

Cuando Hernan Cortéz llegó a las costas de nuestro país, a principios del siglo XVI, la expresión de su rostro debió ser mas que de ambición, mas que de codicia y de deseos de matanza, una expresión de asombro, casi de amor, amor por la tierra fértil y fecunda, amor por los cielos despejados y los animales libres, amor por todo aquello que podría llegar a poseer, todo aquello que en su vida jamás había visto. Para el veterano capitán español, la recién tocada América era una epifanía, no había nada mas que esa tierra, su deseo de poseerla y los frutos que daría, todo el potencial que traería en un futuro, todo lo que un hombre trabajador, esforzado y dedicado podría lograr, con esas enormes ansias, ansias de conquista...

Una cosa es conquistar, llegar a un terreno desconocido, nuevo, una tierra que ignora de ti todo lo que te mueve, así como tu ignoras lo que yace bajo la arena, pero otra cosa muy diferente es la reconquista, primero porque el objetivo conoce tus trampas y tus artimañas, porque predice tus movimientos, porque, en esta ocasión conoce tus motivaciones y también sabe que lo conoces a fondo.

Reconquistar un corazón luce como una tarea mas ardua aun, porque el corazón humano muta como un rió y el agua se renueva cada día, porque el corazón es caprichoso y tiene necesidades tan variadas como estrellas pueden contarse.

Sin embargo, las tareas mas arduas son las mas sublimes, las que nos traen los frutos mas bellos, los mas dignos, las tareas difïciles nos hacen fuertes, ágiles, alertas y nos preparan para afrentas venideras. La reconquista de un corazón es la meta suprema y su fruto el mas bello que la creación puede otorgar... el amor duradero.

Parafraseando un poco y, a la vez, cambiando la frase a mi entera conveniencia...

"El precio del Amor es la eterna vigilancia"

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